Unko y Karina son dos galgos adoptados que nos dan su particular visión del mundo

martes, 3 de enero de 2012

NOCHEVIEJA

Hola, soy Juno -la Golden de Gema-  y me voy a colar en este blog porque tengo varias cosas que contar. El otro día por lo visto fué Nochevieja. Le llaman así a una fiesta que se montan los humanos comiendo mucho, bebiendo mucho, cantando y bailando. Siempre originales, ellos. Lo hacen para celebrar que empieza un nuevo año, pero como los perros no tenemos la misma noción del tiempo que ellos, nos dá igual el año nuevo. Pero ya sabeis que cualquier excusa es buena para buscar la felicidad que no tienen dentro.                       Pues hace dos días celebraron la Nochevieja esa en mi casa, con mi manada. Al principio estuvo bien, todos me daban de comer cuando creían que los demás no les veían, vino Kendo y estuvimos jugando mucho y además, mientras ellos se comían unas uvas todos a la vez (había que verlos!), a nosotros nos dieron doce bolitas de pienso mientras sonaba no sé qué reloj. El caso es que, los muy chalados, fué terminar de sonar las campanadas esas chungas y de pronto, todo fué un estruendo: en la calle empezaron a tirar petardos y fuegos artificiales, que a muchos perros les dá mucho miedo. A mí no me dan un miedo especial, pero tampoco me gustan nada. Pero lo peor fué que en mi propia casa, en mi territorio, les dió por poner eso que llaman música y que a buen tono puede ser hasta agradable, a un volumen tan alto, tan alto, que ellos perdieron la cabeza del todo y se pusieron a contosionarse como locos, pero yo me asusté muchísimo, todo estaba fuera de control y no sabía qué hacer. Ellos me acariciaban y se reían, pero yo estaba asustadísima y muy nerviosa y acabé encerrada en una habitación sin entender ni un pimiento la situación.

Y es que estos humanos no se dan cuenta de que los perros tenemos el sentido del oído mucho más desarrollado que ellos. Por eso escuchamos los ruiditos de los bebés antes que ellos, o distinguimos su coche de entre todos, o sabemos cuándo entran en el portal de casa. También oímos terremotos y tormentas y cuándo hay peligro.

Así que yo no quiero que vuelva a ser Nochevieja hasta que me quede sordita del todo y me dé todo igual. Como Unko, qué suerte!, que no oye ni petardos ni petardas.

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